Pero vamos por partes:
-Segeda y el calendario: Existía un tratado de paz firmado por Roma con las tribus celtíberas. Estas últimas se comprometían (de hecho, realmente iba dirigido a una de ellas, los Belos) a no construir ciudades amuralladas. Pero en el 154 a.C. Segeda (dentro de lo que hoy es la provincia de Zaragoza) amplió sus murallas para agrandar la urbe, debido al aumento de población. Esto fue visto como una provocación por parte de los romanos; mas Segeda respondió que no se trataba de la construcción de murallas nuevas, sino de una simple ampliación, no contemplada en el tratado. Se negaron a paralizar las obras, por lo que el Senado romano declaró la guerra.
Hasta ese momento, el año nuevo romano comenzaba en los idus de Marzo, con la elección de los dos cónsules. Pero, por la declaración de guerra se reformó el calendario para que comenzara el 1 de enero, las calendas (de ahí, lógicamente el nombre de calendario). Del antiguo calendario se conservan los nombres de varios meses, tales como septiembre (el séptimo mes), octubre (el octavo)...
Este cambio se realizó para que el cónsul Quinto Fulvio Nobilior pudiera presentarse con sus 30.000 hombres ante las murallas de Segeda justo en primavera.
Los segedenses, sin las murallas defensivas terminadas, no tuvieron más remedio que huir, así que pidieron auxilio a los arévacos de Numancia (en la actual provincia de Soria).
-Primera derrota romana: Los romanos persiguieron a los belos hasta Numancia. Pero antes de que ninguno llegara a sus puertas, los belos y arévacos, bajo el mandato del segedense Caro, vencieron a las tropas de Nobilior en un ataque sorpresa. Los romanos, debido a su superioridad numérica y armamentística, puede decirse que se confiaron demasiado. Y aunque contaban con la ayuda de algunos celtíberos, no conocían el terreno ni la estrategia de los contrarios. Esto ocurrió el día 23 de agosto de 153 a.C., día de las fiesta del dios Vulcano, y declarado a partir de ahí, día nefasto para declarar cualquier batalla (lo que se siguió a rajatabla en Roma)
-Numancia y elefantes: El cónsul, tras la derrota, se estableció en un campamento a 6 km de Numancia. Recibió refuerzos compuestos por escuadrones de jinetes númidas y 10 elefantes. Se lanzaron contra la muralla, pero uno de los elefantes fue alcanzado en el cráneo por una gran roca lanzada desde Numancia. El animal enloquecido se volvió contra sus amos, provocando una masacre en ellos. Ahí comenzaría el corte de suministros y asedio a la ciudad que duró más de 20 años.
-La fuerza de Numancia: Numancia no era una ciudad con fuertes murallas, ni poderosa, por lo que, a pesar de que las laderas donde se asentaba estaban repletas de trampas, no se preveía mucho esfuerzo para conquistarla. Y menos teniendo en cuenta que Cartago, más rica en defensas y habitantes, sucumbió en el 146 a.C. al asalto de Publio Cornelio Escipión.
Los numantinos sí tenían a su favor el clima, con inviernos realmente crudos y veranos cortos, pero abrasadores. Se puede decir que muchos romanos murieron allí congelados. No sólo eso, los militares romanos no contaban con estar allí tanto tiempo, por lo que su motivación, en un principio, fue escasa. Y ya más adelante, creían a los numantinos invencibles, lo que tampoco ayudaba a su estado de ánimo.
Roma recurrió tanto a la fuerza bruta, con varios ataques frontales en los que siempre salían mal parados, como a la diplomacia, realizando tratados que incumplía. No sólo intentó negociar con los numantinos, sino también con otras tribus para fomentar el enfrentamientos entre los pueblos celtíberos.
Mientras, no le iba mal a Roma en otros frentes: consiguió conquistar Cartago, acabando así con el poderío púnico, venció a Grecia, destruyó Corintio y consiguió derrotar a Viriato, el caudillo lusitano, que amenazaba con conseguir un levantamiento en toda Hispania.
Después de algunas de estas victorias, el Senado, envalentonado, concedió prioridad al asunto numantino. Así en 143 a.C., el cónsul Cecilio Metelo (vencedor de Grecia) atacaría la ciudad con dos legiones.Debido a las trampas de las laderas, de nuevo, se fracasó. Dos años después, lo volvieron a intentar sin éxito. Aquí, guerreros solitarios de ambos bandos se batieron en diversos duelos, al estilo de la guerra de Troya.
Tras la muerte de Viriato traicionado por tres ayudantes, en 139 a.C., Numancia volvía a estar en el punto de mira. Aún así, la invictibilidad de los numantinos se había convertido en legendaria. Eran tantas las muertes y derrotas de los soldados romanos, que muchos jóvenes se inventaban escusas y tramas para impedir ser reclutados en las legiones que se destinaban a la lucha contra los numantinos. Hasta tal punto, que la ciudad sería conocida como el sepulcro de las legiones romanas.
Un ejemplo de la desmoralización de muchos romanos, es que 137 a.C. otra vez se enviaron dos legiones que fueron derrotadas. El cónsul Mancino decidió rendirse ante los numantinos. En Roma, el revuelo fue impresionante, pues se trataba de un hecho impensable. Le juzgaron y le entregaron desnudo a las puertas de Numancia, para demostrar que la decisión de claudicar nada tenía que ver con las ideas del Senado Romano. Los numantinos lo devolvieron al campamento.
-Escipión cae sobre Numancia: Roma, quizás a la desesperada, en el 134 a.C., aunque la ley impedía un segundo mandato, renombró como cónsul a Publio Cornelio Escipión, vencedor de Cartago, para que se presentara ante Numancia. Al llegar al campamento, se asombró ante la relajación y abatimiento total de las tropas, así como ante la cantidad de prostitutas, adivinos... que había en él. Decidió imponerles una disciplina férrea. Así comenzaría la decadencia real de Numancia: 60.000 soldados romanos bajo el mando del mejor general de Roma frente a 10.000 numantinos, de los cuales sólo 4.000 podían luchar realmente. Escipión construyó un muro (de 14 km., con 2,5 m de grosor y 3,5 m. de alto) y un foso alrededor de la ciudad para sitiarla por completo. Alrededor situó 7 campamentos. También colocó varias torres de 4 pisos como vigilancia, y en los cruces del cauce de ríos colocó troncos con clavos y cuchillas para evitar que nadie escapase de la ciudad a nado.
Como anécdota, un grupo de jóvenes logró escapar y pedir ayuda a las ciudades vecinas, pero les rechazaron. Sólo lograron la ayuda de algunos jóvenes de Lutia, pero los ancianos les denunciaron a los romanos, quienes como castigo cortaron la mano derecha de los jóvenes.
En 133 a.C. Numancia agotó sus reserva de comida. El hambre y las enfermedades iban a conseguir lo que no había conseguido la guerra. La situación era tan desesperada que algunos tuvieron que alimentarse de los cadáveres de sus vecinos. En este punto, tras más de 20 años de guerra y asedio, y 15 meses sitiada totalmente, Numancia decidió rendirse a los romanos, pero pidiéndoles un día, para que quienes habían decidido quitarse la vida, lo pudieran hacer. Muchos prefieron suicidarse antes que perder su libertad. Muchos hombres quitaron la vida a sus esposas e hijos y luego se mataron con su espada.
Los numantinos que se entregaron parecían cadáveres vivientes, pero con los ojos llenos de odio hacia sus sitiadores. Se mató a los más heridos y enfermos, y los más sanos fueron vendidos como esclavos, exceptuando a 50 de ellos, que se mostraron en el desfile victorioso que protagonizaría Escipión en Roma. Numancia fue saqueada y quemada.
Incluso los romanos admiraron las grandes gestas de los numantinos, apreciando su valor y su amor a la libertad, tanto que muchos prefirieron morir antes que perderla.
3 comentarios:
A pesar de la extensión del texto tengo que reconocer que me gusto leer la recopilación que haces. Me quedo con lo último: Incluso los romanos admiraron las grandes gestas de los numantinos, apreciando su valor y su amor a la libertad, tanto que muchos prefirieron morir antes que perderla.
Es que los sorianos somos la caña ;PPP
Hola Chan:
Muy interesante el texto. Conocía esta parte de la historía por un trabajo en 3D que me tocó hacer en la escuela.
Trataba sobre el asedio Romano a Numancia.
Se nota que eres de allí...terca y peleona ;)
Publicar un comentario